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El rey Asuero respondió entonces a la reina Ester y a Mardoqueo el judío:

―Debido a que Amán atentó contra los judíos, le he dado sus propiedades a Ester, y a él lo han colgado en la estaca. Redactad ahora, en mi nombre, otro decreto en favor de los judíos, como mejor os parezca, y selladlo con mi anillo real. Un documento escrito en mi nombre, y sellado con mi anillo, es imposible revocarlo.

De inmediato fueron convocados los secretarios del rey. Era el día veintitrés del mes tercero, el mes de siván. Se escribió todo lo que Mardoqueo ordenó a los judíos y a los sátrapas, intendentes y funcionarios de las ciento veintisiete provincias que se extendían desde la India hasta Cus. Esas órdenes se promulgaron en la escritura de cada provincia y en el idioma de cada pueblo, y también en la escritura e idioma propios de los judíos.

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